“A passion play” - 1973 Chrysalis
Ian Anderson: Voz, flauta, saxo, guitarra acústica
Martin Barre: Guitarras eléctricas
John Evan: Teclados
Jeffrey Hammond- Hammond: Bajo, voces
Barriemore Barlow : Batería y Percusiones
Corría el año 1973, y tras el éxito de su anterior álbum “Thick as a brick”, la banda se muda a Francia , con la intención de rebajar la fuerte carga fiscal inglesa y se meten durante varios meses en el Chateau d´Heureville Studios, un estudio por cierto de moda en aquella época donde acababan de grabar bandas como Pink Floyd o David Bowie, para lo que en principio iba a ser un doble álbum. Las cosas no debieron ir como Anderson quería, las pistas grabadas no le convencía cómo sonaban, asi que el proyecto original se vino abajo y al final de todas las horas de grabación reunidas, un par de temas fueron a parar al War Child, otros pocos se editaron en el álbum del XXº Aniversario de la banda, y una selección de unos 50 minutos, salió publicada en el álbum “NIghtcap” en 1993 en lo que se llamó “Chateau d´isaster” , que con su solo título prueba el descontento de Anderson con el resultado de buena parte de esas sesiones. El resto de grabaciones, se refundió para formar el álbum que nos ocupa, “A passion play”. Y no eran malas, ni mucho menos, ya que aunque “A passion play” fue considerado un álbum algo irregular, y la crítica lo recibió muy desfavorablemente, yo particularmente lo considero una de las obras cumbre de la banda, casi al mismo nivel quizás que “Aqualung” y “Thick as a brick”.
Está claro que el sonido a que nos tenía acostumbrados anteriormente, da un cambio importante, con unas melodías bastante más complejas que en sus obras anteriores, con un claro protagonismo de los teclados de John Evan, especialmente los sintetizadores, y que todo ello redunda al final en su álbum más “sinfónico” , algo que la mayoría de la crítica del momento acostumbrados a los toques folkies de guitarras acústicas, flautas, etc, no le perdonaron, cosa que enfadó muchísimo al bueno de Ian, y que provocó la rotura de relaciones con la prensa durante algún tiempo.

Desde luego la complejidad de las melodías, y el hecho de tener que refundir lo que iba a ser un álbum doble, en uno sencillo, provoca que en ocasiones se note esa falta de unidad en la obra, con continuos saltos en su estructura, y que tiene su máxima expresión en el corte central, una especie de broma que separa los cuatro actos principales de la obra, titulado:” La historia de la liebre que perdió sus gafas” , que Jeffrey Hammond se encarga de relatar con mucha gracia por cierto, dándole un exagerado acento escocés a su relato, y que ciertamente tiene su punto. A mi siempre me ha recordado a algún pasaje del libro de Lewis Carroll, “Alicia en el país de las Maravillas”. El resultado, a pesar de todo, es para mi , un maravilloso álbum, muy complejo y que requiere de varias escuchas, ya que a pesar de esa primera impresión de “caos” , se ve en el fondo una buena cohesión entre sus diferentes partes.
El disco de tipo conceptual, en realidad está estructurado como las obras teatrales clásicas, dividida en 4 actos, y cuenta la vida, o más bien la muerte de Ronnie Pilgrim. Un fulano que tras su muerte ( primer acto ) , al principio de la obra, es sometido a juicio en una especie de teatro en el que , a través de un pantalla, va viendo su vida y lo que ha hecho con ella, no demasiado bueno al parecer ( 2º acto ). Como toda obra enfocada al teatro, tiene un interludio , “ La historia de la liebre que perdió sus gafas” . Una pequeña broma, que al parecer, Anderson quiso introducir para quitarle algo de seriedad a una obra que ya de por sí estaba resultando demasiado oscura, y que como comentaba antes, resulta divertida en especial por el enfoque histriónico que le da a su relato, el propio Jeffrey Hammond . Un divertido cuento que tiene su moraleja, y que en resumen trata de una libre que , al perder sus gafas, moviliza a todos los animales del bosque para que le busquen una solución, ya que sin ellas, está perdida. Al final y tras diversas vicisitudes, la libre cae en la cuenta de que todo eso era innecesario, pues tenía otro juego de gafas de recambio.

Tras dicho interludio, viene el tercer acto, en el que el ciudadano Pilgrim visita primero el cielo, que al parecer no le gusta demasiado, y luego el infierno, con el que tampoco está conforme. En el último acto, se produce su reencarnación. Algunos analistas han querido ver en esta obra una especie de “Pasión moderna”, al estilo de la Pasión según San Mateo de J.S. Bach, o tantas otras de corte clásico , en el que se sustituye a Jesucristo por el hombre contemporáneo, en este caso llamado Ronnie Pilgrim. Curiosa esta redundancia en la obra de Anderson, si pensamos , por ejemplo, en el concepto del álbum Aqualung, con su temática y su polémica frase “ en el principio El Hombre creó a Dios”.
Aunque esto es lo que en resumen se cuenta en el álbum, resulta francamente difícil entenderlo a través de las letras de los diferentes temas del disco. Y es que Anderson utiliza un lenguaje tan complicado y con tantos giros , que si no sabemos con antelación de qué va la historia, la traducción literal de las letras, apenas tendría sentido.
En cuanto a la música, decir que es sin duda el disco más difícil de la banda, y el que más escuchas necesita para sacarle todo el jugo. Y lo tiene sin duda. Básicamente la estructura del disco parece una continuación del Thick as a Brick, aunque ciertamente las melodías van ganando en complejidad. Quizás en el anterior, la obra final quedó más redonda, sin fisuras, y en este se nota que no se ha conseguido del todo, quedando algo más inconexas sus distintas partes. Al principio puede resultar algo caótico, pues mezcla aparentemente sin sentido, partes acústicas, con otras más fuertes con una gran carga de teclados, especialmente sintetizadores. Todo el disco está impregnado de ciertos toques “teatreros”, tanto en la idea de dividirlo en actos, como en los textos, que lo hace especial. Ciertamente es el disco de Jethro Tull en el que más peso tiene John Evan, creo que con diferencia, que esta vez toca menos el piano y más los sintes y el órgano… en perjuicio de Martin Barre, que queda en esta obra más diluido. Es quizás una de las cosas que echo de menos en este álbum, ya que siempre me ha gustado mucho el toque de este hombre. La sección rítmica también tiene gran protagonismo, y Hammond y Barlow hacen un buenísimo trabajo . La voz del señor Anderson, como siempre, mágica. Hay menos flauta y más saxo en este disco, algo que no gustó a muchos de sus fans, y que en su siguiente álbum War Child continuaría.

Sería muy tedioso hacer un repaso a los diferentes pasajes musicales, dada su complejidad y sus múltiples cambios, pero si se sabe insistir, se descubre una gran obra. Yo siempre he comparado este álbum de Jethro Tull, con “Tales from…” de Yes. No porque se parezcan musicalmente, sino porque detrás de ese aparente espesa maraña de arreglos y melodías, hay una gran obra detrás, que requiere de cierto esfuerzo por parte de quien lo escucha. Al fin y al cabo, se trata de la obra más “sinfónica”, tanto musicalmente como de textos, de la banda. Un disco algo incomprendido, que a pesar de todo, alcanzó el Nº 1 en las listas de USA, y que yo metería en su tríada de mejores obras junto a Aqualung y a Thick as a brick..
No saqueis impresiones equivocadas tras una primera escucha que quizás os pueda dejar indiferentes .Dadle varias oportunidades. Merece la pena.